La estrategia en una farmacia pasa por desarrollar ideas que llevar a cabo en un mercado muy regulado y por tanto precisa de grandes dosis de creatividad. La creatividad pasa también por desarrollar hábitos de planificación, por liberar al cerebro de cargas inútiles y de prepararse, sin tabúes a inventar.
El problema de hoy es que aparentemente el futuro se ha vuelto más imprevisible (¡como si alguna vez lo hubiera sido!), parece que los clientes han cambiado y ya no parecen necesitar lo mismo que antes o al menos no vienen a buscarlo a los lugares y proveedores habituales.
Si pudiéramos saber qué es lo que quieren nos ayudaría a proveérselo. Pero estas actitudes se han generalizado y por tanto las hacen todos nuestros competidores. Por esto, haciéndolo no conseguimos una posición estratégica sólida. Es una condición necesaria pero no suficiente. Deberíamos concentrarnos en identificar una demanda singular de modo que nos anticipáramos al deseo del cliente y sobre todo a nuestros competidores. No tenemos más salida que tratar de conocer mejor a nuestros clientes actuales, que sin duda son la base de nuestros clientes futuros.