Crisis es una palabra que proviene del griego, supongo que con K y que significa cambio. Crisis las ha habido siempre y siempre se ha salido de ellas. Las cosas han ido cambiando y las personas y sus costumbres han ido acomodándose a las nuevas situaciones.
En los últimos 100 años, por no remontarme más atrás, las grandes crisis sistémicas acabaron en guerras mundiales. Hoy no podemos permitirnos tener una guerra mundial como solución porque dado el poder destructivo que acumulan las potencias mundiales, sería la solución, pero la solución final.
Por tanto la crisis acabará cuando las personas cambien acomodándose a la nueva situación que ha aparecido.
Sin embargo, los cambios provocan miedo.
Estamos muy confortables haciendo lo que siempre hemos hecho, lo que sabemos hacer bien. Haciéndolo estamos seguros. Hasta ahora nos ha funcionado bien y nos ha permitido vivir razonablemente bien y poder pensar en el futuro sin sentir ansiedad por ello.
Venimos trabajando como lo han hecho los que nos precedieron. Poco ha cambiado, nuevos ordenadores, programas, medidas de la Administración, pero en definitiva, todo igual, muy parecido, a otro ritmo, con ayudas informáticas y tecnológicas, pero sin grandes cambios de fondo.
Ahora sin embargo, observamos con terror que un nuevo orden se avecina. Y no nos han enseñado a afrontar este tipo de retos. Nos han educado en un orden establecido, que ha premiado aprender y seguir las normas pero que ha reprimido la iniciativa, el cambio, la curiosidad.
En este país por ello, tenemos muchos jóvenes y no tan jóvenes, cuya principal aspiración es opositar y conseguir una plaza de funcionario. Buscan seguridad y en mayúsculas. Pocos emprendedores y muy poca ayuda a ellos. El llamado capital riesgo, en el mundo sajón basa su intención de ayudar-invertir, por evaluar en base a las llamadas 3 P’s, esto es , plans, people, profits, es decir, plan, personas y beneficios, mientras que en España jocosamente se dice que además hace falta otra p, la de patrimonio. Esto hace que además de no ser muchos los dispuestos a emprender, los pocos que lo hacen son cribados en función del patrimonio que posean. El resultado es que generamos profesionales amedrentados y mediocres y emprendedores casi siempre ligados a familias de emprendedores o adineradas.
El riesgo genera temor y este paraliza. Desde aquí, animo a emprender, a innovar, a planificar nuevas formas de ser farmacéutico y a contar conmigo y con Centro para trabajar juntos.
Juntos nos equivocaremos menos, limitaremos el riesgo, pensaremos más y mejor lo que hagamos, y además nos divertiremos haciendo lo que otros no se atrevan.
El único camino para tener un sitio en el futuro es inventarlo, adaptarse a los cambios y formar parte de ellos, sin renunciar a nuestra identidad profesional ni personal, pero sin esperar a que las circunstancias resuelvan por si solas.
No hacer nada y no saber hacia dónde se quiere ir, es la mejor manera de no llegar a ninguna parte. Es mucho mejor perder jugando que perder por no haber hecho nada. Y sobre todo es mejor ganar.
Steve Jobs, fundador de Apple y recientemente fallecido marcó un camino en este sentido y su biografía es un buen regalo para estas Navidades.