Las empresas necesitan innovar constantemente en un mundo cambiante. Adaptarse al cambio y a ser posible anticiparse al mismo es garantía de supervivencia o al menos de mejora de las posibilidades de hacerlo. Diseñar el futuro próximo y medio porque el lejano nadie sabe cómo hacerlo, es una tarea al alcance de muy pocos.
Estas personas capaces de hacerlo son los que denominaremos creativos o innovadores y si uno no lo es, tendrá que tener la habilidad de buscarlos en su entorno. Estas personas reúnen en sí mismas un conjunto de habilidades, innatas o adquiridas, de unos conocimientos y de un don que a veces nos resulta inexplicable. La farmacia del siglo XXI no se parece mucho a la idea que tenemos de la farmacia del siglo precedente. La forma de trabajar ha cambiado, sigue cambiando y nos obliga a reaccionar para poder sobrevivir en un mundo altamente competitivo y en donde se cuestiona la valía de cada uno, esto es el valor que aporta y lo que recibe por ello.
Identificar las habilidades que requiere la innovación nos va a permitir mejorar en nuestra capacidad de innovar y en su caso, también nos ayudará a encontrar creativos en nuestro entorno más inmediato.
Los innovadores son ante todo observadores. Observan y detectan necesidades y oportunidades antes que los demás. Para desarrollar esta habilidad, hay que acostumbrarse a:
- Analizar el entorno para identificar oportunidades.
- Dudar de los paradigmas socialmente admitidos.
- Investigar mercados y poblaciones objetivo.
- Planificar, recursos, tiempos y necesidades.
- Averiguar las repercusiones legales y organizativas.
Las cualidades innatas del creativo que nos permitirán detectarlo de entre las personas con las que trabajamos se corresponden con la capacidad para generar ideas e identificar aquellas verdaderamente útiles. Se necesitan de dos habilidades para tener un pensamiento creativo:
Pensamiento divergente: Es la habilidad para generar muchas ideas originales, distintas y complejas. Pasa por saber preguntarse algo como esto:
¿Qué ha funcionado anteriormente?
¿Qué podría funcionar en el futuro?
¿Qué ha aparecido de nuevo?
¿Qué podría utilizarse de otra manera?
¿Habría un modo mejor de hacerlo?
Pensamiento convergente: Es la habilidad para evaluar de manera lógica y crítica las ideas para elegir la mejor de ellas. Pasa también por preguntarse cosas como:
¿Funcionará?
¿Puede hacerse?
¿Es lo que el cliente necesita, quiere o está dispuesto a utilizar?
¿Es atractivo?
¿Es seguro?
¿Qué conocimientos se necesitan para hacerlo funcionar?
¿Será rentable?
Con todo esto no aseguramos que podamos encontrar a personas innovadoras o creativas. Probablemente el innovador nace y se hace pero si no hemos nacido siéndolo al menos podemos mejorar nuestra capacidad de innovar buscando a ese perfil de persona en nuestro entorno y atrayéndolo a nuestra vida profesional o bien desarrollando las capacidades que tengamos.
Y si, en una farmacia cabe la innovación y ejemplos de éxito y de fracaso tenemos todos.