Tradicionalmente se habla de cuatro fases en todo ciclo de vida de un negocio o producto.
Fase de lanzamiento, crecimientos lentos en función del tiempo y nivel de ventas pequeño. Fase de despegue, caracterizada por crecimientos muy rápidos hasta alcanzar niveles de ventas o de actividad cercanos ya a los de la fase tercera o de madurez. Fase de madurez caracterizada por la estabilidad en un nivel de ventas o actividad constante y difícilmente mejorable, y por último la fase cuatro o de declive a la que hay que intentar no llegar nunca porque supone la disminución progresiva de las ventas o de la actividad hasta la desaparición del negocio como tal. Jim Collins (autor norteamericano experto en management y autor entre otras del libro “Empresas que sobresalen”) expone otra clasificación centrada en la actitud de los que dirigen las empresas con el paso del tiempo. El habla de las fases por las que evolucionan empresas dirigidas por personas inconscientes. En cualquiera de las clasificaciones encontraremos en la vida real ejemplo de cada una de las fases. Y puede ser orientativo para las personas que ocupan hoy tareas decisorias en empresas farmacéuticas, tanto a nivel administrativo, como colegial, como de distribución o en las propias farmacias:
- La fase 1 se caracteriza por la arrogancia. Todo lo que se emprende funciona, se crece a buen ritmo, se tiene éxito. Nadie se sorprende pues se atribuye a lo bien que saben hacer las cosas.
- En la fase 2 se mantiene el convencimiento de que todo seguirá yendo bien como en el pasado, por lo que se toman decisiones sin disciplina, se entra en actividades en las que se carece de experiencia, se asumen riesgos indebidos.
- En la fase 3 ya aparecen los problemas resultantes de las decisiones erróneas de la fase anterior. Pero se niegan los peligros y se ignoran los riesgos pese a que las pruebas se acumulan.
- La fase 4 es de caída, arrastrada por los problemas y el intento de aplicar soluciones parciales e insuficientes. Alguna aparente recuperación momentánea seguida de nuevas caídas dado que no se aplican soluciones determinantes y definitivas.
- La fase 5 lleva a la desaparición de la empresa que se quedó sin respuestas adecuadas a sus problemas.
Como ya hemos dicho en pasadas ocasiones estamos muy confortables aplicando soluciones que nos fueron bien en el pasado o simplemente repitiendo una y otra vez medidas con la esperanza de que en algún momento producirán efectos diferentes a los que suelen producir, o peor aún, no haciendo nada relevante pensando que en nuestro nivel de decisión poco podemos influir en la marcha de nuestro negocio.
Prepararse, y rodearse de colaboradores, internos y externos mejores que nosotros es fundamental para poder contar con la inteligencia necesaria para poder afrontar los cambios que el tiempo y la competencia a todos los niveles nos imponen.
Será la actitud, la aptitud y la disciplina pero casi nunca la suerte la que te permitirá ser lo que quieras ser en el futuro.