No sé si habéis leído “señor de las moscas” de William Golding. Es una gran novela en la que se muestra como el ser humano necesita creer en algo superior a sí mismo, y como esto se utiliza o se puede utilizar para controlar las voluntades.
En el mundo de la empresa sucede lo mismo. Cada cierto tiempo aparecen libros con claves para mejorar y ganar a los competidores y que con el tiempo y al universalizarse sus conclusiones acaban por ser inútiles en si mismos ya que todos hacemos lo mismo. Planificar y establecer estrategias es una tarea que parece ineludible para una organización y aunque yo me confieso creyente en la misma, hay errores que vienen de hacer las cosas porque toca o porque están de moda pero no por convencimiento.
En época de crisis (y todas lo son), la planificación a largo deja de tener sentido frente a la de corto y acaba siendo más una declaración de principios e intenciones que una planificación seria.
Pensar estratégicamente y consecuentemente planificar, nos lleva a hacer explícitas nuestras suposiciones y a discutirlas de manera concreta., Nos sirve de entrenamiento y preparación para responder a los riesgos que se anticipan, o al menos a los que se piensan aunque la mayoría de ellos no llegarán a suceder. Y sobre todo sirve para concentrar esfuerzos en las áreas de innovación de nuestro sector. La farmacia y su modelo.
Pero también sucede que el coste dela planificación, sobre todo cuando se ha acudido a consultores expertos nos induce a creer demasiado en los supuestos que se anticipan como si se estuviera ante algo cierto, seguro e inmutable.
La excesiva atención a los números, a los ratios y a los cuadros de mando, puede hacer olvidar las suposiciones y expectativas originales y las incertidumbres y riesgos potenciales, dejando de prestar la debida atención a hechos y circunstancias que se presenten por primera vez.
Hay que ser consciente de que los consultores son expertos en método pero no en contenido. Es decir, de tu negocio y más de un caso tan especial y reglado como la farmacia, el que sabe eres tú. Y de tus clientes también. Y de tus empleados, y de tu entorno,…
Nos pueden inducir a buscar los resultados que esperamos, es decir a buscar entre los datos que tenemos, aquellos que van en la dirección que suponemos, despreciando por coyunturales los que se alejen de nuestra tesis. Ese no es el método. Eso es buscar reafirmar lo que queremos que salga pero no tiene por qué coincidir con la realidad.
Con todo esto no digo que no deba hacerse un ejercicio de análisis y planificación de las actividades o que se disponga de indicadores de referencia para poder evaluar la progresión, sino que es más importante no perder el norte de lo que se busca y construir los sistemas que permitan actualizar la información, aprender de ella y reconducir las iniciativas en el sentido apropiado.
Y lamentablemente a esto último se le dedica escaso tiempo.