Sin menospreciar a los comerciantes o mercaderes lo cual somos todos en cada momento de nuestra vida en la que interaccionamos con otras personas para conseguir algo de ellas, quiero reflexionar sobre lo que somos y lo que queremos ser percibidos por nuestros clientes en la farmacia.
Para ser percibido como profesional lo más importante es serlo. La profesionalidad es una condición que se exige en todo puesto de trabajo. Importa y mucho más en todo lo que tiene que ver con la salud. Actuar profesionalmente no tiene que poco que ver con títulos o cargos. Tampoco basta con trabajar bien y cumplir el horario. Más bien se refiere al modo de comportarse ante clientes y colaboradores (proveedores y empleados). Es una actitud.
¿Qué es pues lo que caracteriza a un profesional?
Un profesional ha de ser percibido como honesto, competente, fiable, empático, íntegro, etc. y además debe serlo.
Ha de ser fiable para que sus consejos generen resultados y en consecuencia confianza. Ha de ser competente para lo cual ha de entender de la materia sobre la que aconseja y estar al día en la misma. Ha de ser honesto e íntegro para que por encima de todo ponga la salud y seguridad del cliente y no sus beneficios. Esta actitud generará beneficios a largo plazo. Ha de tener la autoridad que se concede al que sabe. Ha de ser empático para tener siempre presente la expectativa del cliente/paciente al que se debe respeto y apoyo. Un profesional ofrece soluciones a los problemas y si puede se anticipa a los mismos. Y sus consejos son valiosos.
Y se concentra en lo que hace y en la atención que merece quien le consulta sobre su salud, que es un tema de suma importancia para cualquier persona y por lo que acude a un profesional si como tal lo percibe.
Estos comportamientos se concretan de manera práctica de muchas maneras y en muy variadas circunstancias cada día en la farmacia y en la relación con clientes y con empleados y en definitiva con personas relacionadas con la farmacia.
En esencia, la actitud profesional se demuestra en la pasión por el trabajo bien hecho, por dejar la impronta de uno en cada cosa que se hace y por aportar iniciativa y compromiso y asumir las responsabilidades.
En todo lo anterior siempre existe la oportunidad de crecer.
Y en la relación interpersonal, un profesional y en definitiva una persona, ha de ser siempre educado y no perder las formas.
Cuidadoso en la apariencia y cuidadoso en el trato. Sin temor a pedir disculpas cuando uno se equivoca, Prometiendo solo lo que se pueda cumplir. No mintiendo ni engañando a nadie. Y en definitiva haciendo bien las cosas o no haciéndolas si no se pueden hacer bien.
Un profesional de la salud tal y como lo esperan sus clientes. Un profesional de su farmacia tal y como lo esperan sus colaboradores y empleados.