Ante la crisis en la que nos encontramos, es muy importante tener unos criterios claros de actuación. Los principios económicos clásicos de discreción y autofinanciación ya no son suficientes e incluso en según qué casos, son imposibles y hay que reorientar nuestros esfuerzos en otras direcciones.
La discreción ha de ser sustituida al igual que la autofinanciación por la prudencia, pero esta última no puede condicionar toda nuestra actividad.
Necesitamos innovar y experimentar. La innovación suele ir aparejada a un riesgo que hoy no nos atrevemos a asumir. Un camino alternativo, menos arriesgado, es el de centrarnos en la O+D, es decir observación y desarrollo, en el caso en que no nos sintamos con la energía necesaria para ser innovadores. Copiar, pero bien. Copiar aquello que está funcionando, adaptándolo a nuestro mercado y capacidades puede ser una opción creativa.
Una vez más aprender y desaprender de nuestro entorno va a ser una estrategia menos arriesgada que tratar de probar una innovación radical (sin querer cargar esta palabra de ninguna connotación negativa).
Ante un escenario de disminución drástica de los beneficios empresariales derivados del negocio clásico de la farmacia, esto es de la venta de medicamentos, y ante los más que probables retrasos en los cobros de los mismos en un futuro inmediato, no hay más remedio que buscar innovar hacia actividades que proporcionen cash (liquidez, dinero) a corto plazo y con escasas necesidades de capital.
Agruparse con otros farmacéuticos para compartir experiencias y actividades, lideradas por tu distribuidor, en este caso por Centro Farmacéutico, y en todo caso con mi colaboración para su desarrollo, es un camino que, al menos, permitirá hacer las cosas de modo más ordenado y probablemente más eficiente.
Desde este blog os animo a que me mandéis e-mails con propuestas de vuestro interés y yo me comprometo a buscaros compañeros de viaje compatibles.
Adelante.