Innovar o plantear cambios en el modelo de negocio no resulta sencillo de hacer. Sobre todo en negocios muy reglados y apegados a la legislación como motor de cambio. Son muchos años de funcionar en un sector socialmente considerado, apreciado y apetecible.
Sin embargo, la realidad es muy terca y lo que ha sido el motor del negocio en el pasado no lo es ni lo será en el futuro.
Como decía, el cambio no va a ser fácil de hacer ni de explicar, ni a nuestros colaboradores ni a nuestros familiares y amigos.
Hay preceptivamente que analizar, solo o con la ayuda de expertos, las capacidades que tenemos de explotar como competitivas, hasta encontrar la confluencia de lo que sabemos hacer bien y nos gusta, con lo que el mercado espera de nosotros.
Habrá que considerar otras maneras de hacer las cosas, otras cosas nuevas que hacer y en definitiva generar nuevos modos de entregar valor para tus clientes. Poner el esfuerzo en experimentos que nos ayuden a disipar miedos y que a pequeña escala nos indiquen si nuestras propuestas son o no aceptadas y si su volumen va a permitir recuperar la inversión que realicemos. Es necesario empeñarse en crear o al menos en participar en la creación, de nuestro propio futuro.
No existen los caminos fáciles ni varitas mágicas. Los cursos y la formación son importantes pero no son la solución. El riesgo y la decisión son intransferibles. La innovación requiere de mucha más experimentación, de prueba y error, de inversión en tiempo y en recursos, de abandono de lo que no funcione y no existen atajos.
A experimentar se aprende haciéndolo. Ensaya constantemente nuevas ideas. No sólo una cosa sino varias de ellas. No las trabajes aisladamente sino que exige la colaboración de todos. No sirven las capacidades individuales sino la integración de todas las disponibles. Y si la estructura organizativa resulta rígida o cerrada para lograr ese propósito habrás de cambiarla para facilitar el trabajo.
No estoy hablando de mejorar tu modelo actual de negocio, de mejorar la gestión, que también. Estoy pensando en transformar tu farmacia en un nuevo negocio basado en la salud y en el consejo sanitario de un profesional farmacéutico, de un establecimiento con un increíble tráfico de personas, de un negocio basado en la confianza de tus clientes. No es el tiempo de un negocio basado en dispensar medicamentos tal y como hasta ahora ha bastado.
Pensar que hasta el momento no me ha ido mal no ayuda, porque el momento de hoy no es el de antaño. Pensar que al menos yo tengo para comer y seguir adelante tampoco es garantía de nada. Políticas de perro de hortelano que consisten en no hacer y no dejar que otros hagan no son posibles porque esos otros aparecerán y harán.
El ciclo virtuoso que nos puede llevar al éxito, consiste en pensar, analizar, probar, comprobar resultados y volver a pensar. Ver, observar, analizar el éxito de otros, incluso de otros sectores y volver a empezar el ciclo. Este es el camino de la innovación continua que el mundo de hoy demanda. Y si tu no lo haces, otros lo harán por ti. Pensar en lo relevante y no en lo conveniente para hoy.
Definitivamente, innovar es para valientes.
Estas son algunas de mis recomendaciones:
- No te preocupes exclusivamente por lo que hasta ahora ha sido la base de tu farmacia.
- Piensa diferente: presentación, precio, servicios, etc.
- Céntrate en segmentos de mercado para los que seas significativamente competente. A ser posible, segmentos de alto poder adquisitivo, y si no los tienes al alcance apuesta directamente por ser competitivo con gamas de bajo precio. Tus clientes actuales son la clave de tu competencia. Analiza su perfil y extrae lo que les atrae de ti o de tu farmacia.
- Trata de descubrir maneras de llegar al cliente distintas. Fíjate en otros sectores, en otros profesionales, en otros países. Prueba.
- Introduce nuevas combinaciones de productos y servicios.
- No te dejes llevar solo por tu intuición. Prueba. Diseña el escenario y mide resultados.